21 de marzo de 2010

Asfódelos

5 comentarios:

Elvira dijo...

Yo las llamo gamoncillos, pero no sé su historia.

Saludos

M.M. Clares dijo...

Así las llamamos por aquí. Su historia ligada a los mitos y ritos funerarios griegos es, cuando menos, singular y muy sugerente. Bastaría con decir que a las praderas de asfódelos del infierno griego acudían los muertos para distraer la eternidad, comunicarse con los vivos y alimentarse. Junto con los jacintos y las violetas, por ejemplo, han inspirado poemas muy conocidos de los que no tenía ni idea hasta hace unos días. Una vuelta por internet con ese nombre en la barra del buscador y te cae todo en la mano.

He estado dando vueltas a la misteriosa flor que tenías el otro día colgada en tu página. No he conseguido nada. A lo mejor podrías sacarle punta a la fotografía si empezases por buscar la hoja. Por su forma, su color y características, muchas veces se puede uno aproximar a la familia a la que pertenece. Y de ahí a identificarla, hay sólo un paso. Llegué hasta la "hosta", que presenta también borde blanco, pero ya no supe seguir más.

Saludos y muchas gracias por tus comentarios.

Mobesse dijo...

Si estás interesado en identificar flores, lo mejor es el Polunin, o sea, la Guía de campo de las flores de España y Portugal de Oleg Polunin. Ah, y de paso cómprate una lupa cuentahilos para mirarles los idem, los estambricos y todo eso. El otro día los viste a docenas; los gamones (la variedad mayor) o varas de San Juan, según la botánica cristiana. La variedad pequeña (no pasa de medio metro) se llama gamoncillo o asfodelillo y, para completar la coña, te diré que los franceses los llaman ramon y ramoncijo. Lo que no conocía era la Elegía a Gamón Sijé; jamás los habría relacionado.

M.M. Clares dijo...

Ay, cómo sois los de Albacete! Lo de "Gamón" Sijé es que me extrañaba a mí, porque para hablar con los muertos lo mejor es un velador a media noche o el 1 de Noviembre. Pero parece que el de Orihuela sabía algo más. Estas florecillas y el bulbo del que salen, creían los griegos que eran la comida preferida de los muertos junto con violetas y jacintos, que es para imaginarse a los zombis amezando con la boca llena de matujos de colores. Y a través de esas flores también podías comunicar con ellos, siempre y cuándo estuvieras tan fuera de toda razón como para agacharte a oír. Pero jamás imaginé que aquí y ahora los muertos andaran comiendo flores de almendro, un estropicio poético que los de "Guigona" no le habrían perdonado ni al oriolano.

Gracias por las gracias que me han hecho reír un rato.

Pilar dijo...

La Elegía a Ramón Sijé es de esos versos que no puedo leer, y lo habré hecho cintos de veces, sin que se me pongan los pelos de punta, porque el desgarro que tenía ahí Miguel Hernández era el de que había muerto cuando peor eran sus relaciones, queriéndose los dos como hermanos. Le pilló en Madrid, algo decepcionado, e intencionadamente separado de la sociedad oriolense, que ahora le sabía a rancia. Una maravilla esos versos, leo mucho a Miguel Hernández, y es raro el año que no voy a su casa-museo, tiene imán para mí a pesar de lo que son esos lugares ¿has ido alguna vez? te recomiendo su huerto y su higuera.
Besazo