24 de marzo de 2010

Aquellas ciudades muertas


Niños, borrachos, locos y poetas tienen algo en común: dicen la Verdad. Bien es cierto que cada uno a su modo y regidos por cualidades bien distintas. Mientras que a los niños parece empujarlos sólo una inocencia límpida, paradisíaca, los otros grupos llegan a ese estado desinhibido, falto de prejuicios, por una intoxicación voluntaria, por una disfunción cerebral aleatoria o, peor aún, por un estado de insensatez sobrevenida que no siempre es producto de una extremada sensibilidad.

De todos ellos me interesan más los últimos, porque mientras que los otros males tienen o pueden tener cura, aquellos que se llaman poetas una vez no sólo arrastran ese mal hasta la fosa, sino que están condenados a soportar cualquiera de las categorías que para ellos se han creado. Bueno o malo, joven o viejo, lírico, épico, popular, del corazón o de la naturaleza, urbano, íntimo, oscuro, ocasional, al uso… Cualquier sambenito que se le cuelgue a quien se declare hacedor de versos, corre el peligro de terminar tallado en una lápida para escarnio perenne de quien lo mereció. Por eso agradecí tanto ver la tumba de Antonio Machado en la que no hace falta poner algo más de lo que allí hay escrito. Y es que hasta para el nombre hay que tener suerte. Los cartageneros, que sesean, no pueden ver con tranquilidad la estatua que Murcia levantó a uno de sus más meritorios poetas y cuya única inscripción en su pedestal es ésta: "A SELGAS".


Poetas lorquinos de comienzos del siglo XX, a los que un grupo de bienintencionados anda poniéndoles placas y lápidas por toda la ciudad, escribieron bien sobre el mito de las “ciudades muertas”. No son éstas, como me enseñó en una estupenda conferencia José Luis Molina, aquellas que se tragó la historia, sino las que se hallaban envueltas entonces en un marasmo social –esto es, casi todas las del momento- y permanecían ensimismadas contemplando los restos de un pasado más o menos glorioso. Ya en aquellos años se cantaba la ruina cultural y física de una ciudad, Lorca, que aún se mostraba proporcionada y bella. Hoy asistimos al desplome definitivo de todo cuanto la hacía más habitable y le confería la gracia y el adorno de un pasado intacto. El castillo de Alfonso el Sabio, convertido en un hotel. El cemento y el ladrillo no han dejado de perturbar aquellas alineaciones de tejas que peinaban la brisa de las tardes. Y la piqueta impulsada por el Ayuntamiento no cesa de “modernizar” de manera horrenda todo cuanto señala el dedo infame del analfabetismo cultural. Pulvum eris. Por eso la Naturaleza se encarama ahora hasta lo más alto reclamando lo que es suyo. Y por eso, veo cada vez menos ángeles surcando el telón azul de las mejores mañanas de Septiembre. A este que os muestro lo sorprendí el otro día, escapado de no sé qué retablo o fachada, disponiéndose a pasar la noche. No sé si aguantará mucho más bajo ese alero amenazante, ni adónde ha de ir cuando un dedo grosero apunte directo a su escondrijo.

21 de marzo de 2010

Asfódelos

17 de marzo de 2010

La crisis que nos corroe



A veces me doy una vuelta por internet para buscar información sobre asuntos que están en el candelero, y este cartelillo de arriba –he quitado la procedencia y la lista de actos- me ha gustado por el desparpajo orto/gráfico con el que está hecho. Los hay más agresivos y decididos, pero este “hand made” me ha llegado al alma por lo que tiene de verdadero. Y visto que esta crisis es un tema universal y tomando inspiración en lo que nos comenta Mameluco en su blog, me he dispuesto yo a agregar algo de mi cosecha. La crítica de Mameluco iba directa contra esa campaña que acaba de sacarse ¿el gobierno? de la manga para devolver confianza y optimismo a la población. La habrán oído, seguro: estoloarreglamosentretodos.org. Pues venía a concluir esa crítica, o por lo menos yo lo entendí así, que ya nadie se cree nada que provenga de la clase política y que, además, habría que hacer una contracampaña que se llamase estodeberíanarreglarlolosquelojodieron.com. Bromas aparte, cada vez que veo algo así me empeño en darle la vuelta para convencerme de que siempre hay otras razones que asisten a los aparentemente bienintencionados. ¿Por qué hemos tenido que llegar a una situación tan insólita como la que pretende esa campaña? ¿Está todo tan rematadamente mal que no hay posibilidad de sacar la cabeza por algún lado?

Pues este jaleo en el que estamos metidos tiene, según yo lo veo y sin obviar el desastre del paro, dos componentes bien trabados y ya antiguos. El primero lo puso Zapatero, negando una crisis que todos reconocíamos como tal. Se usaron sinónimos, circunloquios estúpidos y mil y una excusas para, al final, decir que el origen de nuestros males, que ya eran los propios de una crisis en regla, no era la nefasta planificación económica del gobierno, sino unos desaprensivos financieros norteamericanos que nos habían engañado malamente. Y sí que hay algo de verdad en eso, pero peor era la fragilidad de nuestro modelo productivo que había puesto en los ladrillos toda su esperanza.

El segundo componente lo había aportado mucho antes Rajoy. La crisis de confianza, que finalmente encontró el caldo de cultivo idóneo en la situación económica, la venía sembrado el Partido Popular desde que Zapatero y los suyos dieron las primeras muestras de debilidad –y no política, precisamente, sino mental-. Un líder tan poco carismático cometiendo torpezas por aquí y por allá, daba pie a desconfiar del gobierno. Y no faltaban más que las chapuzas del AVE, las cacerías del otro, las tontunas de la de más allá y Elena Salgado, la que se empeñó en que dejásemos de fumar y que ahora no parará hasta que nos quede lo justo para vivir sin otra alegría que la de estar vivos. Y la gripe. Y la conjunción planetaria. Y… Razones tiene el PP para hacer críticas en muchos sentidos, pero la forma, ese fondo único de llegar al poder a cualquier precio, y las personas –sobre todo éstas-, lo pierden.

Es obligación de la oposición decir que ellos lo harían mejor, faltaría más. Pero de eso a no aportar ni una idea que valga la pena, de eso a la descalificación personal porque sí, a la mentira mendaz, a no aclararse con las políticas autonómicas, al abucheo y la bronca parlamentarias, o a la llamada a la rebelión, por ejemplo, media un abismo que en política se termina pagando. Pero mientras llega la factura, el daño ya está hecho, y no sólo en el partido contrario sino en la misma sociedad. El PP ha sembrado y siembre discordia y desconfianza social sin que se den razones de peso para fundamentar un discurso que ha terminado por ser demagógico, repetitivo y bastante nocivo. De la crisis saldremos mucho antes de lo que pensamos, pero de la desconfianza generalizada en que estamos instalados no nos libraremos hasta que reconozcamos y señalemos a aquellos que, en todo tiempo, tienen como única dedicación la siembra de cizaña. Hoy se les ve a la legua, porque mientras a sus compañeros de filas se los come la corrupción e inventan censuras judiciales y de prensa para intentar paliar cualquier atisbo delictivo, ellos se dedican al baile de salón en el Congreso zapateando, gritando y envolviéndose en una retórica tan vacía como agresiva.

15 de marzo de 2010

Una vieja fotografía

Una curiosidad es lo que os traigo hoy. Una fruslería para pasar el rato. Una foto de esas que la mandas a “Cuarto Milenio” y te hacen un comentario enjundioso diciendo chorradas. Pues el caso es que, al acabar la carrera, me fui de viaje de estudios a Praga. Era el año 1984 y entonces estaba de moda cruzar al otro lado del telón de acero para ver las maravillas de aquel sistema político… Y no digo más. Pasé unos días inolvidables y siempre he deseado volver, aunque ya sé que nunca será lo mismo. Era bastante más joven entonces y eso ya es irrecuperable. Todo nuevo para mí, también irrecuperable. Las cervecerías que yo viví, el tranvía, el barrio judío, el castillo, pasear en barca por un río mítico, cruzar el puente Carlos al atardecer, las iglesias llenas de gente rezando al unísono y con una afinación casi perfecta, el hotel modernista de la plaza Wenceslao, la Casa de Rusia, las cristalerías donde nada podíamos comprar, los huevos de pascua pintados, la plaza vieja, aquella noche de ópera, los edredones… Nada podrá ser igual, pero qué más da. Volveré un día de estos y me gustará tanto como entonces. Seguro.


Tenía entonces una máquina de aquellas de carrete que no daba buen resultado, pero que me ayudaba a recordar. Hice todas las fotografías que pude y al regresar las estaba revelando cuando, de pronto, vi algo en la esquina de un negativo que me llamó la atención. Una casualidad que me mantuvo fascinado durante un tiempo y que aún hoy revive en mi memoria cuando de imágenes raras o inexplicables se trata. Como comprenderéis, no es el reloj astronómico de Praga lo que quiero enseñaros; es el pelo de esa mujer que estaba allí y que a veces pienso que es algo más que pelo. Una tontuna, ya lo sé, pero creo que si la dejo aquí conseguiré que alguien me diga: “Eso mismo me pasó a mí una vez que…” A ver si ya se me olvida de una vez esta chorrada! Os pongo el detalle en negativo, porque así fue como me saltó a los ojos en el cuarto oscuro.

¿Dónde está Wally?

10 de marzo de 2010

Formas de mirar la luz


Viejo, eso es lo que soy. Y lo digo porque acabo de empezar a encontrar por los cajones y armarios de mi casa cosas perdidas u olvidadas que me sorprenden o me asaltan. Un atadillo de cartas, una vieja pluma -atrancada y con el plumín en lamentable estado-, tres pares de zapatos que no me pondré nunca más, monedas de cuando la peseta, el “detente” que me regalaron aquellas monjas, una foto de carnet medio deshecha con un bozo del que no tenía recuerdos, pequeñas caracolas y chapinas que cogí no sé qué día de playa, una flor seca, camisetas viejas con y sin mensaje… Todo conforma el rastro de una vida que a veces me cuesta reconocer como mía, aunque un lejano rumor apunta a que sí. Para muchas de esas cosas he elegido muerte y para otras voy a permitir que me sigan asustando.

Pues internet es, más o menos, una cajonera como la de cualquier casa, pero multiplicada por una cifra que no me atrevo a precisar. Y con la cualidad de que casi cualquiera echa mano del tirador y nos remueve unas entrañas que, cosa curiosa, nosotros hemos puesto allí para que se vean. El adsl nos convierte en voyeurs empedernidos, en la misma medida que nos hace exhibicionistas potenciales.

Abrir esa enorme cajonera virtual es fácil, pero no todo lo que encontramos nos interesa por igual -¿susto o muerte?-. Y he de confesar que los escondrijos que más me gustan, por su instantaneidad, son los de fotos. Así es que el otro día le hice caso a mi amigo Mariano y puse rumbo al chiffonier de un personaje curioso que me recomendó: “el niño de las luces”. Dicho así, parece el nombre de un novillero aunque no es nada de eso. Él libra de su trabajo cuando ya no hay luz natural y, como su pasión es la fotografía, ha estado experimentando con atardeceres y noches, y con luces artificiales, hasta conseguir las imágenes que quería. Unas pocas de muestra –y no las mejores, aunque a mí me gustan por diversos motivos- van con este texto. Y todo un mundo por descubrir en la página de Flickr que se ha hecho y se sigue haciendo con paciencia Pedro Javier Alcázar, que ese es su nombre. Si buscáis tutoriales sobre cómo hace algunas de esas fotos, pues también los ha subido a la red. Muchas de sus imágenes me tienen aún pensativo, y ya me barrunto el final: voy a tener que tirar la máquina de primera comunión que tengo y comprarme una de verdad. Y, sobre todo, voy a tener que acostumbrarme a mirar de otra manera, porque veo yo mucho turista por ahí con cada maquinorro que no sé si valdrá para algo más que para martirizar a sus amigos a la vuelta del viaje.

Lo dicho. Me he colgado con "el Niño de las luces" y, pidiéndole permiso, me dispongo a que vosotros también registréis su cajonera. Creo que os gustará.


6 de marzo de 2010

Teatro Guerra (Lorca-Murcia)



Esta quizás sea una sección del blog que iré completando gracias al estupendo trabajo que, de modo completamente altruista, realiza un amigo mío. Es importante tener amigos que hagan cosas, y si hace unos días os mostraba la naturaleza que era capaz de recrear un artista con el "paint", ahora le toca el turno a un excelente aficionado a la imagen. Mariano Hernández lleva en la "masa de la sangre" todo lo que tenga que ver con fotografía y vídeo, aunque ese no ha sido su campo profesional. Editar imágenes es para él una de sus mayores aficiones que ha transmitido con acierto indudable a su hijo Bernardo, que produce programas para una de nuestras televisiones locales y que ha visto ya premiados algunos de sus trabajos.

Mariano y yo somos el pan y la gana de comer juntos. Yo pongo el texto y la voz y él hace, con una facilidad extraordinaria, todo lo demás. A mí me da en todo el gusto por ver a mi padre publicado, y él recibe el suyo correspondiente al ver su trabajo expuesto y lo mejor de su pueblo viajando por este espacio virtual de forma libre.

Este vídeo de algo más de nueve minutos, tarda algo en cargarse y a veces habrá que ayudarle un poco dándole al botoncito para que arranque. No había nada en la red sobre este edificio y nos hemos decidido a hacer el trabajo. Si se pone en marcha, espero que os guste. Y si hay algo bueno en él, sin duda son las imágenes que tanto ha cuidado y seleccionado mi amigo Mariano. A quienes aman la pintura va dedicado y, cómo no, y con el permiso de mi amigo que sé me lo dará, a la memoria de mi padre, Manuel Muñoz Baberán, que tanta ilusión puso en pintar este teatro.

3 de marzo de 2010

¿Esto qué es lo que es?

Mural sobre la puerta

De vez en cuando, y sobre todo en conversaciones coloquiales, se nos escapa a los murcianos esa pregunta dicha con un acento muy de aquí: “Nenico, ¿esto qué es lo que es?”. Esa es nuestra manera de manifestar una perplejidad más allá del asombro o la extrañeza. Cuando no tenemos ni la más remota idea de lo que estamos viendo, pues nos asoma esta frase a la boca; frase que es algo así como una traducción del francés hecha con esas herramientas infernales que nos proporciona Google y que nos hacen creer que podemos entender o escribir cualquier cosa.

Pues el otro día me quedé delante de este edificio con esa cara que ponen los perros y que, cuando se da en los humanos, quienes nos ven no saben si nos ha dado un perle -ya os comento luego esto, "cuando tenga un ratico de lugar"- o es que somos un gafapasta cualquiera. Tan transido me quedé, que saqué la maquineta del bolsillo, hice unas fotos y me decidí a abrir una sección en el blog que se va a llamar como este post. Este enigma que os propongo es el primero de esta especie y el juego va a ir así. Yo os doy unos pocos datos, os enseño unas cuantas imágenes y vosotros, si queréis, vais respondiendo con frases cortas, o con sí o no, o con respuestas lo más escuetas posible. Se trata de acertar. Iré poniendo más fotografías o dando más datos hasta que alguien caiga en la cuenta. Entonces pondré la fotografía definitiva.

Hoy os traigo un par de imágenes desconcertantes que podéis ver en la cabecera y en el pie del texto. La de arriba es mural de la fachada y la de debajo un detalle de la puerta. El edificio pertenece a una digna institución murciana y la decoración exterior se encargó, presumiblemente -como los delitos-, a un artista, aunque de esto no estoy tan seguro. Pero, ¿alguien sabría decirme por lo que ve a qué se dedicará cuando se inaugure? ¿Sabe alguien dónde está?

Ese es el tema de hoy. Suerte y a opinar.


Detalle de la puerta


Primera pista:

Esta es la puerta completa

Un flipe de "diseño".

Ya está resuelto el enigma!!!

Lo acertó mi hermano Carlos. Se trata de una iglesia dedicada a Santa Clara que está en un barrio nuevo de Cieza (Murcia). Os pongo aquí abajo la foto completa (ni la arquitectura ni la decoración tienen desperdicio) y os dejo un enlace sobre la bendición de las "puertas" por el mismísimo obispo que me partía de risa leyéndolo.